General Isaías Medina Angarita.
Autor: Soraya Elena Hage Pizani.
Un día como hoy, 18 de Octubre de 1945 ocurre un golpe de Estado contra el General Isaías Medina Angarita.
Para ese entonces, el gobierno del presidente Medina había comenzado a introducir profundas reformas democráticas: legalización de los partidos políticos, garantías para las absolutas libertades públicas e individuales, libertad total de opinión y de pensamiento, seguridad a los bienes y a las personas, entre otras, pero, para algunos historiadores, la principal causa de su derrocamiento fueron las reformas a la Ley de Hidrocarburos en 1943, la que planteaba aumento de los impuestos a la exploración, explotación y refinación petrolera.
La denominada "oligarquía" y el gobierno norteamericano no querían a Medina porque se oponía a sus intereses de explotación desmedida de las riquezas petroleras del país.
Mientras, los sectores militares que se oponían a él, lo hacían porque deploraban la vocación democrática del presidente y, entre otras cosas, porque sus posibilidades de llegar al poder por la vía democrática (en las elecciones que estaban por venir), "eran prácticamente inexistentes".
Al respecto, el embajador de Colombia en Venezuela por aquella época, Dr. Plinio Mendoza Neira, declaró (Diario El Universal): “La impresión que llevo de la evolución política de Venezuela es sencillamente admirable (...) la posición del presidente es verdaderamente envidiable. No hay seguramente otro jefe de Estado en Suramérica que cuente como él con un respaldo tan completo de sus gobernados”.
El día del golpe, el Presidente Medina Angarita, en defensa del orden constitucional, ordenó a la fuerzas leales de occidente a que avanzaran hacia la Plaza Fuerte de Maracay (que estaba sublevada para sitiarla y rendirla).
Las tropas del Táchira se desplazaron hacia Mérida, las de Mérida sobre Trujillo, las de Trujillo hacia Barquisimeto y la de esta ciudad sobre Valencia; pero, a medida que llegaban a las capitales, la oficialidad -con sus tropas- se pasaban a los insurgentes.
Finalmente, el presidente constitucional no buscó asilo político en Embajada alguna sino que buscó un puesto de combate en el Cuartel de Caballería Ambrosio Plaza, declarándose en rendición cuando se percató de lo inútil que era proseguir la lucha (al caer la Plaza Fuerte de Maracay), evitando de esta manera más derramamiento de sangre y una posible guerra civil.
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